Las cuevas de Zugarramurdi y el Museo de las Brujas

Una de las propuestas turísticas más visitadas en tierra vasca son Las cuevas de Zugarramurdi, también llamadas la Catedral del Diablo. El último reducto de las prácticas paganas en la Europa de los pirineos hasta principios del s. XVII.

Se trata de un conjunto de estructuras cársticas que llaman especialmente la atención por su formación superficial. Las cuevas de Zugarramurdi quedan expuestas a la vista de los curiosos, formando parte del paisaje del pueblo que le da su nombre, en la comunidad de Navarra, al norte de España.

Pero las cuevas de Zugarramurdi no sólo son famosas por haber servido como centro de las ceremonias brujeriles de los territorios apadrinados por los Pirineos, sino también por ser protagonistas del llamado Auto de Fe de Logroño en 1610. Dónde la Santa Inquisición ajustició a 29 personas en el famoso proceso de Zugarramurdi, por actos de brujería.

Cuevas de Zugarramurdi
Cuevas de Zugarramurdi

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¿Existe la brujería?

Conforme se iba propiciando la evolución de la humanidad, los actos de supervivencia no sólo estaban dictaminados por su capacidad de resistencia ante la hostilidad del medio: adaptación a territorios agrestes, nivel de tolerancia frente al azote climático o la destreza al defenderse de los ataques de sus depredadores naturales. Sino que también la capacidad de dominar el medio habitado.

Identificar las señales meteorológicas, el descubrimiento de las energías sutiles de la naturaleza, como es la influencia de la luna en los estados de ánimo, aprender a curar sus heridas y malestares con yerbas y brevajes. También porque no, afinar su grado de socialización para encontrar pareja o destacar en la tribu.

Consejeros espirituales, adivinadoras, herbolarios, matronas, parteras, o todo en la personalidad de un solo designado, fueron volviéndose prácticas tan comunes como necesarias en los focos de cada civilización antigua.

Aquelarre

Cosas de Aquelarres

Al visitar y observar la cualidad mágica de las famosas cuevas de Zugarramurdi, atravesadas por el Río del diablo. Es lógico que el término euskera de Aquelarre, designe a las ceremonias que sucedían en dicho lugar. Etimológicamente la palabra aquelarre significaría campo del macho cabrío, y es así como se le llama hasta nuestros días a un llano que se encuentra colindando las cuevas.

El macho cabrío es un animal muy representativo en las civilizaciones paganas como símbolo fertilidad y abundancia, un claro ejemplo es el Cernunnos de los celtas.

Muchas veces cuando se atrapaba a una bruja, al confesar su delito también refería secretos acerca de las prácticas en el aquelarre. Solían contar que volaban y se conectaban con espíritus, también almas de personas muertas.

De aquí el mito de que las brujas podían volar, se difundió ampliamente en el imaginario de la población. Sin embargo, echándoles un vistazo a los recetarios del Museo de la Brujas, podemos encontrar un preparado conocido como ungüento para volar que contenía mandrágora, belladona, estramonio, etc.

La bruja caía en un estado de trance e hiperrealidad. Rápidamente podemos hacernos una idea de cómo es que se propiciaba este “vuelo” dentro del aquelarre.

Energías sutiles de la naturaleza y la magia simpática

Dentro de los conocimientos ancestrales heredados por los antiguos habitantes del pirineo navarro, destaca la magia simpática, ligada a las energías sutiles de la naturaleza.

La magia simpática es un concepto metafísico que alude a las formas de obra y pensamiento que hoy en día conocemos como “ley de la atracción” y que se relacionan con el llamado efecto placebo. Para la magia simpática si deseas amor, entonces «conecta con pensamientos de amor»; si lo que deseas es tu curación entonces «deberás concentrarte en fuertes ideas de curación».

En el Museo de las brujas, otro atractivo del Pueblo de Zugarramurdi, podemos encontrar un surtido recetario de la brujería practicada en la localidad en el s. XVII, para tratar diferentes males como dolores de cabeza, cólicos menstruales, postparto, etc. El contenido de las recetas es de dudoso efecto medicinal, pero era el poder de la sugestión lo que realmente curaba a quien buscaba este tipo de remedios.

Cuevas de Zugarramurdi

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¿Una bruja que acusa a otras brujas?

Los relatos históricos asientan que a inicios del s. XVII llegó una mujer al pueblo de Zugarramurdi antes de la navidad de 1608, diciendo que era bruja arrepentida. Quizá llegó huyendo de las masacres que ya por esas fechas se sucedían al otro lado de la frontera por decisión de Enrique IV. Tenía unos 20 años, era de nacionalidad francesa y tenía por nombre María de Ximildegui. Estaba muy enferma, por lo que pidió confesarse con el sacerdote local.

Mientras descansaba su enfermedad empezó a referir historias acerca de sus tiempos de bruja al Fray Felipe de Zavaleta y a los vecinos de la comunidad. Contaba que con ayuda del diablo había podido volar, también señaló como bruja a una mujer que vivía en el pueblo de nombre María de Jureteguia.

Quien sabe las razones de María de Ximildegui para hacer tales acusaciones. Por aquellas épocas se vivía con un temor inmenso hacia las autoridades católicas, y por más que María de Jureteguia negó practicar la magia pagana, nadie en el pueblo le creyó, ni siquiera su propia familia.

Cuevas de Zugarramurdi
Museo de la Brujas

Brujas en Zugarramurdi

Con toda la presión María de Jureteguía no pudo mantener su tapadera y acabó confesando que era bruja desde niña y que había sido iniciada por su tía María Sipia Barrenechea, además de vender la identidad de otros iniciados en las artes mágicas. En total 7 mujeres y 2 hombres.

Todos los implicados tuvieron que confesar públicamente el delito de brujería. Se designó como rey de los brujos a Miguel de Giburu y por tanto su esposa, la reina bruja del aquelarre era Graciana de Barrenechea. Sus hijas también estaban involucradas.

Todo ellos se arrepintieron de realizar prácticas infames. Pero la historia no queda aquí, pues León de Aranivar superior directo de Zavaleta, asustado por lo últimos acontecimientos informó al santo oficio. Inmediatamente arribaron al pueblo de Zugarramurdi, comisarios de la inquisición para investigar y tomar declaraciones por 6 meses.

Cuevas de Zugarramurdi

El Auto de Fe de Logroño

Sin embargo, los inquisidores enviados por la santa sede no se convencieron de la información obtenida. Aquí entra en escena el respetado jurista y teólogo Juan del Valle, quien certificó varias de las pruebas obtenidas. Se presentaron las acusaciones por delito de brujería ante el tribunal de la inquisición de Logroño, con hechos tan inverosímiles como causar daños a cosechas, provocar enfermedades mortales, entre otras cosas.

El tribunal estaba conformado por Alonso de Salazar, Alonso de Becerra y Frías, y Juan del Valle Alvarado, quienes se encargaron de dictar once sentencias de muerte, además de cárcel y confiscación de bienes a 19 personas.

En la Plaza del ayunatamiento de Logroño el domingo 7 de noviembre de 1610 desfilaron 21 culpables por delitos menores, luego 21 reos perdonados y los 11 condenados a muerte de los cuales 5 se presentaron en efigie, pues había perecido por la peste mientras se encontraban en las mazmorras de la inquisición.

¡Quemen a las brujas!

El prior dominico Pedro de Venero se encargó del sermón, enseguida se dictaron las sentencias en un acto que duró hasta que se ocultó el sol. Para la noche, los 6 condenados y las 5 efigies ardieron en las hogueras ante las miradas aturdidas de la población.

En adelante los responsables de la inquisición fueron mas cautos y no se volvió a quemar personas por delitos de brujería. Aunque en otras zonas de Europa esta práctica continuó realizándose por muchos años más.

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