Un ritual funerario en el que unos buitres devoran cadáveres es de por sí algo que puede poner los pelos de punta a cualquiera.
Pero en el Tíbet es un ritual funerario que tiene un significado, es una transición del ser humano de terminar su camino en esta vida para reencarnar.
Nosotros en occidente tenemos un ritual funerario, que puede variar dependiendo del país, pero en general lo que hacemos es honrar a nuestro ser querido en un féretro, despedirlo acompañado de nuestra familia, elevar rezos, escuchar las palabras de un sacerdote.
De esa forma tan normal, triste y dura, pero normal dentro de todo, es así como allá en el lejano Tíbet se toma este ritual.
Recordemos que el Tíbet pertenece a China, está ubicado al noreste del Himalaya, además se ubica a 4900 metros sobre el nivel del mar.
Todo eso tiene un significado para los tibetanos, estar cerca del cielo pudo jugar un rol importante en el origen de este ritual funerario, vamos a ver en qué consiste exactamente.
¿Cómo se realiza este ritual funerario?
El ritual funerario en cuestión lleva el nombre de «jhatar«, traducido a nuestro idioma se entendería como «entregar el alma a las aves«.
Puede sonar extraño, este ritual es un acto de despedida y transición, los familiares despiden así a su difunto.
El cadáver es ubicado en una habitación por tres o cinco días, en este lugar y en ese lapso de tiempo, monjes recitan textos que según la creencia permiten que el alma y el cuerpo de la persona fallecida, se separen.
También se le retira el pelo, para la disección se usan herramientas sencillas como hachas, martillos y cuchillos.
Según los monjes tibetanos, los buitres al comer la carne del fallecido lo que hacen no es simple cuestión de alimentación, se encargan de cerrar el círculo.
Terminan esa separación del cuerpo físico del alma, según ellos afirman, una vez que la persona muere, no tiene sentido dejar el cadáver en ningún lugar, ya que lo importante es el alma.
Una vez que termina los rezos en la habitación por esa cantidad de días que mencionamos antes, el cuerpo es seccionado en varias partes.
Durante el traslado del cadáver al lugar donde finalmente los buitres lo devorarán, los familiares siguen este recorrido haciendo cánticos y tocando tambores.
Se lanzan los pedazos de cuerpo para que los buitres empiecen a devorarlo, se los atrae quemando enebro.
¿Qué pasa si los buitres no comen todo el cadáver?
Este ritual funerario puede tomar varias horas, cuando los buitres han devorado parte del cuerpo, pero no todo, los encargados del ritual suelen colocar harina, cebada y otras sustancias para que incluso otras aves participen.
Ahora bien, si los buitres no llegan a comer toda la carne, para todos los presentes esto representa un mal presagio.
Es como si el ritual no hubiera terminado, ya que la idea de esto es que la persona fallecida se reencarne.
Otra cosa preocupante si esto llega a pasar es que las aves hayan comido algún químico o sustancia.
Muchas personas antes de fallecer han recibido medicamentos y otros tratamientos o bien pueden haber pasado por un proceso de desinfección al morir en el hospital.
En el budismo el respeto hacia los animales es muy significativo.
Se cree en el budismo que una vez que el cuerpo muere, el espíritu es lo más valioso, por lo tanto, que el cuerpo pueda servir de alimento a otro ser vivo es un acto bien visto y parte de esta costumbre.
Por otro lado, si bien es cierto los buitres y otras aves carroñeras son las encargadas de devorar el cadáver, los restos que muy posiblemente queden, son comidos por las hormigas y otros insectos.
Este ritual funerario es además, una forma en la que el fallecido puede retomar si vínculo con la naturaleza al pasar por todo este ciclo.
La reencarnación como parte del ritual funerario
Para entender el por qué de este ritual funerario es necesario remitirnos al budismo que ya lo hemos mencionado.
El entierro celestial o «funeral celestial» como también se le conoce, tiene una relación muy fuerte con la creencia en la reencarnación.
En el budismo la creencia es que el espíritu no desaparece, la vida no termina cuando el corazón deja de latir.
El espíritu simplemente hace una transición dejando su cuerpo para pasar a uno nuevo.
Es para ellos una forma de lograr la vida eterna.
Sin embargo, para que el alma de la persona pueda trazar ese camino, es importante el ritual con rezos.
De hecho, los textos que los monjes rezan al cadáver antes de entregarlo a los buitres corresponden al «libro de los muertos«.
En el Tíbet se cree que hay 49 niveles en el bardo, el llamado «bardo» es un estado de transición, los rezos ayudan al espíritu a superar ese nivel y completar la transición.
De hecho, en el ritual funerario los buitres son vistos como una especie de ángeles.
Incluso, el trabajo de los buitres no solo es comer la carne, es llevar el alma del difunto al cielo, lo que forma parte de este proceso de transición.
¿Por qué no se recurre a la cremación como ritual funerario?
Es cierto que el jhatar es un ritual funerario de mucha importancia para los tibetanos.
Sin embargo, ellos tampoco descartan otros rituales, digamos que más comunes para nosotros los occidentales.
Estamos hablando de la cremación, de hecho, en el budismo esta costumbre es aceptada y normal.
El problema en este caso es que el Tíbet al estar en una ubicación geográfica particular, es decir a una altura sobre el nivel del mar muy superior.
Esto dificulta que en la zona crezcan árboles que permitan ser usados como leña, además de otro tipo de vegetación que sirva en ese aspecto.
A 2500 metros sobre el nivel del mar el terreno no es nada favorable para realizar otro tipo de rituales funerarios.
Incluso el enterrar un cadáver es difícil ya que es un terreno rocoso.
El turismo en este ritual
El ritual funerario «jhator» (o «jhatar», hay cierta confusión con el nombre) ha despertado mucha curiosidad en las últimas décadas.
Todos sabemos que el Tíbet y el Himalaya son visitados por muchos turistas por motivos espirituales o de aventura.
Pero estando ahí, la curiosidad por estar presentes en un ritual funerario tan inusual es muy atrayente.
El punto es que hasta donde se sabe, estaba prohibido tomar registro audiovisual de los rituales.
Es decir, no se podían tomar fotos ni grabar con videocámaras.
Fue en el 2008 cuando la familia de uno de los fallecidos dio su consentimiento al francés Frederique Darragon para grabar un documental.
Esto fue en el 2008. Más allá de eso, se sabe que se permite la presencia de turistas, pero a una distancia moderada.
En teoría, ni siquiera personas allegadas o lugareños pueden estar muy cerca.
De hecho, embarazadas y niños son apartados a fin de evitar que inhalen alguna parte descompuesta del cuerpo.
Sin embargo, hay videos y fotografías de este ritual funerario en redes sociales y ciertas páginas Web.
A pesar de esto, lo que es cierto es que el turismo está abierto para que visitantes puedan acceder a estas zonas del Tíbet, lo que no queda claro es si se les permite ver el ritual.
Aparentemente todo depende de la familia del difunto.