El tema de la radiación cósmica centra a un popular debate sobre lo peligroso que puede resultar su presencia en la vida de nuestro planeta o si, de lo contrario, la Tierra nos cubre y protege de ello.
Es por esa razón que, en esta oportunidad, comentaremos los curiosos factores relacionados con la radiación cósmica, tal como puede ser su clasificación, su proveniencia y qué sucede cuando dichas partículas entran a la Tierra.
¿De qué se trata los rayos cósmicos?
Cuando se habla de radiación cósmica, se refiere a la radiación que llega a nuestro planeta desde el espacio. Por lo tanto, los rayos cósmicos son partículas subatómicas que cuentan con una potencia elevada de energía.
Estos se va desplazando por todo lo que es el espacio hasta que terminan adentrándose a la Tierra, esa velocidad con la que permanecen en movimiento en el exterior se estima que es de unos 300 000 kilómetros sobre segundos.
En otro orden de ideas, cuando se mencionan a los rayos cósmicos, se refiere a las partículas (protones o núcleos de átomos) que ingresan constantemente a la Tierra y cuya proveniencia es desde el espacio.
Uno de los datos más alucinantes sobre estos ultraenergéticos rayos cósmicos, es que su índice energético puede compararse hasta por cientos de millones de veces sobre las otras partículas generadas por cualquier acelerador más avanzado y potente que el ser humano haya sido capaz de crear.
¿De dónde provienen?
Tal y como mencionamos en el punto anterior, estas partículas, antes de llegar hasta nuestra atmósfera, se encuentran en constante circulación por el espacio, pero su verdadero origen proviene de las estrellas.
Si bien es cierto que el Sol es la estrella que más cerca se encuentra a nuestra Tierra y, por lo tanto, la mayoría de los rayos cósmicos que llegan a la atmosfera provienen de ella, no lo hace únicamente el productor de toda la radiación recibida.
Hay una gran cantidad de radiación cósmica proveniente de las afueras de nuestro Sistema Solar, es decir, los rayos cósmicos también vienen de otras estrellas que están fuera de dicho sistema.
Clasificación de la radiación cósmica
La clasificación de la radiación cósmica tiene estrecha relación en cuanto a la proveniencia de los rayos cósmicos. Pues, hay tres clasificaciones principales que dependen del origen de los mismos.
Radiación Cósmica Galáctica
Conocida de igual manera por las respectivas siglas GCR (Ground Coverage Ratio) es el término para referirse a las fuentes de radiaciones en partículas de elevada energía originarias fuera de nuestro Sistema Solar. Aunque no sean de dicho sistema, sí abarcan a aquellas que provienen de la Vía Láctea, es decir, de nuestra galaxia.
Los rayos cósmicos, como resultado de estas partículas radiactivas, queda atrapados en el campo magnético de la galaxia, su aceleración (a pesar de que su mecanismo es incierto) debió acelerarse con el pasar de millones de años y con eso, su viaje constante por la galaxia.
Según los astrónomos y profesionales del área, señalan que un posible mecanismo de aceleración es el choque de ondas que se expanden desde las estrellas supernovas.
En cuando a la cantidad presente de estos rayos cósmicos en el campo magnético, tiene que ver con la actividad solar. Por ejemplo, la fluencia de los GCR será baja en los periodos de alta actividad solar.
Radiación Solar Cósmica
En esta clasificación, el término se destina a las partículas elevadas de energía originadas por las fuentes de radiaciones que emite nuestro Sol. La radiación o los rayos cósmicos de carácter solar incidentes en la atmósfera, en su mayoría, se conforman por protones (en un 99%) cuya energía está por debajo de los 100 MeV.
Los Eventos de Partículas Solares (SPEs) se producen cuando los protones que emite el Sol, se aceleran cerca de dicha estrella durante los choques de eyección de masa coronal.
Los rayos cósmicos suponen una significativa advertencia de peligro en distintos aspectos. Por ejemplo, la radiación solar para astronautas y naves espaciales tiene alta tendencia a peligro, incluso, cualquiera que estuviese en la superficie de nuestra Luna al momento de una erupción solar y de carácter violento, obtendría una dosis letal.
De este modo, quienes estén en grandes latitudes también quedan expuestos a recibir una significativa dosis de esta radiación, así como hace falta mencionar que la radiación energética más registrada contribuye a dosis del nivel del suelo.
Cinturones Van Allen
La radiación por los cinturones de Van Allen son determinados espacios que registran elevados niveles de energía, los cuales en su mayoría se conforman por protones que se radican en el campo magnético de nuestra Tierra.
Esta radiación cósmica normalmente se forman por el viento solar (es el nombre dado por los científicos que se refieren a la corona solar) pues, se mantienen retenidos en el campo magnético del planeta. Se encuentran dos cinturones de los rayos cósmicos de Van Allen, cuya estructura suele señalarse como un toro que cubre el ecuador.
Es decir, en otras palabras, se trata de una especie de banda magnética rodea el planeta (Tierra) para protegerlo de la radiación y los mismos rayos cósmicos, que provienen del Sol.
El cinturón de Van Allen interno se encuentra centrado a 3.000 Km y el exterior en unos 22.000 Km de la superficie de la Tierra.
En esta clasificación de radiación, se exponen a una probabilidad más alta en riesgos relacionados con los rayos cósmicos o eventos de partículas solares para aquellas naves espaciales que atraviesan la órbita terrestre hasta llegar o pasar los cinturones.
Hay una región en medio de ambos cinturones, aproximadamente en dos o cuatro radios desde nuestro planeta, a la que los astrónomos llaman la “zona segura”
¿Cómo protegernos de la radiación cósmica?
El campo magnético terrestre y la atmósfera son los dos grandes escudos que tiene nuestra Tierra para proteger la vida que la conforma, alejándonos de un significativo peligro que puede suponer la radiación solar y radiación cósmica.
En cuanto a la función del campo magnético terrestre, se basa en la extensión de la región de la magnetosfera que se extiende desde el núcleo de la Tierra y va fuera de la ionosfera. Dicha región se encarga de apartar o desviar aquellas partículas cargadas de electricidad hasta sus respectivos polos magnéticos.
Todo ese sistema es el responsable, en mayor parte, de protegernos de los vientos solares, así como de los mismos rayos cósmicos.
Por otro lado, aunque exista la protección por el campo magnético terrestre, no se intercepta que ciertos núcleos cargados de energía colapsen con otras moléculas que estén presentes en las últimas capas de la atmósfera.
Lo que puede provocar una lluvia de partículas con menor carga de energía y por ende, que representen menor peligro si derivan hasta la corteza de la Tierra.
Dicho mecanismo es la razón de la importancia sobre la atmósfera, pues evidencia la capacidad de protección que tiene para la vida terrestre, ya que a pesar de que el encuentro de partículas en la atmósfera es sucesivo, no sugiere mayores motivos de los cuales debamos preocuparnos.
Aunque sea cierto que nosotros como seres humanos estamos expuestos ocasionalmente a un muy bajo nivel de radiación cósmica, esta no provoca ningunos efectos o daños. Al igual que tampoco generan efectos ni daños, la exposición a niveles bajos de radiación a la que quedamos expuestos cotidianamente.