Todos alguna vez hemos sufrido alguna infección viral. Es un hecho. Es común que hablemos de virus y virosis, e inclusive resultemos afectados por “el virus que está dando”, sin importar la época del año que sea ¿pero conocemos realmente qué es un virus para la ciencia? ¿O específicamente para la medicina? Vámonos a su estricta definición.
Según la Real Academia Española, un virus es “un organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácidos nucleicos capaz de reproducirse solo en el seno de células vivas específicas”. También arroja luces sobre los virus en la informática, pero ese no es el que nos ocupa en estos momentos.
Bien así, en la ciencia, se conciben los virus como agentes de infección que están conformados o según tienen su origen a partir de una proteína. Básicamente los virus son entidades parasitarias, capaces de reproducirse en presencia de un huésped. Se conforman de ácidos nucleicos que cuentan con una cubierta de proteína. Existen miles de tipos de virus, algunos formados por ADN y otros de ARN.
El origen de los virus: ¿Dónde están y cuántos son?
Los virus están en cualquier parte, en lo que olemos e incluso en lo que comemos. Todos tenemos presente en nuestro organismo un genoma viral. Los virus infectan a cualquier ser viviente del planeta y aunque siempre la ciencia está descubriendo virus nuevos, según es por su proliferación que pueden resultar curiosos. Los virus operan como agentes infecciosos. Cada uno utiliza distintas estrategias para expandirse, ya sea a través del agua o el aire, por citar un ejemplo.
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Cuando alguien enfermo estornuda tose o habla, esas partículas de virus salen al exterior y al caer sobre otra persona esta se contagia. Como ya mencionábamos anteriormente, un virus está hecho de ácido nucleico, ARN o ADN, pero de un solo tipo. A partir de esta información se crearán los nuevos.
Imposibles de ver pero siempre presentes
Hay virus que tienen enzimas y proteínas especiales dentro para cumplir ciertas características. Son muy pequeños e imperceptibles para el ojo humano. Gracias a su tamaño pueden entrar en las células para poder reproducirse. Son considerados una mezcla de moléculas, acelulares, sin metabolismo propio, lo que significa que estos no pueden alimentarse ni crecer de forma independiente.
En cuanto a cómo operan y qué hacen, es importante conocer que existen virus que logran infectar bacterias, plantas, personas, hongos y hasta virus que infectan a otros virus.
¿Cómo se reproducen los virus?
La reproducción de los virus ocurre por facetas. Los virus infectan a las células, generan nuevas copias que a su vez van a infectar otras células para ir expandiéndose. Estos pueden ser virus desnudos o envueltos. Cuando son virus desnudos es porque solo tienen su cápside. Cuando son envueltos, tienen además de su cápside, cuentan con una membrana lipídica.
Adsorción del virus
El primer proceso que ocurre en torno a los virus es la adsorción, esto es cuando el virus identifica a qué célula desea infectar para unirse a ella. Los virus suelen ser muy específicos e infectan un tipo de células particular.
Penetración del virus
Luego de la adsorción, entra en la fase de penetración. Aquí es donde se encuentra la diferencia entre los virus que entran desnudos o envueltos. Cuando entran desnudos, lo hacen estimulando la fagocitosis y generando un endosoma para que el virus pueda penetrar la célula; en otras ocasiones los virus desnudos logran atravesar directamente la membrana plasmática y en otras ocasiones solo inyectan el material genético al interior de la célula.
Cuando los virus tienen envuelta, pueden hacer la fusión de membrana, lo que a su vez es como un poro en la membrana o logra pasar por endocitosis.
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Decapsidación del virus
Una vez que logra ingresar, el virus entra en la fase de decapsidación para dejar el material genético libre en el citoplasma celular.
Síntesis y replicación del virus
El proceso de síntesis y replicación llega como cuarta fase. En este proceso el virus sintetiza copias de sí mismo, replicar más material genérico para producir partículas víricas. Esto puede ocurrir en el núcleo de la célula o en el propio citoplasma.
Ensamblamiento del virus
Luego de esto, ocurre el ensamblamiento. Las proteínas de la cápside comienzan a generar múltiples virus y se introduce el material genético. Cuando hay nuevas partículas de virus formadas, necesitan muchas veces la maduración para romper algunas proteínas y activar las partículas víricas. Sin embargo, hay otros que no lo necesitan.
Fase de liberación
El último paso es la liberación. El virus logra salir de la célula para infectar otras células y repetir el proceso. En el proceso de liberación existen nuevamente diferencias entre los virus desnudos y los envueltos. Los desnudos al romper la membrana, logran salir y matan la célula. Los virus con envuelta suelen salir por exocitosis y aunque no matan la célula, provocan daños en ella y a largo plazo, la muerte de la célula infectada.
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Diferencias entre un virus y una bacteria
Aunque estos suelen ser confundidos, la ciencia demuestra que son muy diferentes, empezando por el tamaño de cada uno. Mientras que las bacterias pueden ser vistas desde un microscopio óptico, los virus deben ser vistos con microscópicos electrónicos. Las bacterias pueden ser doscientas veces de mayor tamaño que los virus.
Otra de las diferencias, es que las bacterias son células individuales, pueden crecer y reproducirse por sí mismas. Sin embargo, los virus son cadenas de ácido nucleico protegidas por una capa de proteína.
Una bacteria crece y puede dividirse, creando copias de sí mismo. En cambio, los virus dependen de las células para poder existir. Los virus son parásitos intracelulares. Dependen de las células para generarse. Sin células no logran replicarse. En la ciencia, los virus no son considerados seres vivos, como sí piensa en relación a las bacterias.
Otra de las grandes diferencias está en la forma en la que deben ser atacados. A la hora de enfrentar a las bacterias estas son combatidas con los antibióticos pero estos no operan para los virus, porque no existe forma de atacar directamente al virus sin afectar las células.
Sistema inmunológico: el escudo contra las infecciones
El cuerpo humano se defiende de los virus gracias al sistema inmunológico. El sistema inmunitario protege al cuerpo humano de las bacterias, de las infecciones y también de los virus. Una infección viral solo puede ser letal cuando el sistema inmune está suprimido. Opera como una gran protección que defiende al organismo de la gran cantidad de virus que a diario están presentes en el mundo. No todos los virus enferman. Buena parte de ellos pueden no tener efecto nocivo en el cuerpo humano, y algunos sin consecuencia alguna.
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Virus más comunes
Existen miles de virus en el mundo, y algunos más perjudiciales que otro porque incluso, como referíamos anteriormente, no todos son nocivos para el cuerpo humano. No obstante, son los virus que perjudican las vías respiratorias (como el coronavirus actual) los más comunes y de los que se conocen sus síntomas.
Pero además de los virus respiratorios, también existen virus como la gastroenteritis, transmitida de una persona a otra a través la vía fecal-oral. También existen otros tipos que provocan lesiones en la piel y otras áreas del cuerpo. El hígado puede también verse afectado como ocurre con la hepatitis, provocada por al menos cinco tipos de virus.
Los virus también pueden perjudicar a nivel neurológico, como ocurre con gran parte de los casos de encefalitis. Y casos de fiebres hemorrágicas también se le vinculan, tras la mordida de animales como garrapatas o mosquitos.
El antes y después del mundo por el coronavirus
El mundo ha visto los efectos de los virus de la influenza epidémica, conoce además la influenza aviar H5N1 así como el rinovirus. Y aunque de la familia de los SARS, se ha conocido en el pasado fallecimientos vinculados, y su pronta propagación, desde 2012 no resonaba, hasta que una variante fue detectada en Wuhan, China, para convertirse en la noticia del mundo y comenzaría a propagarse alrededor del mundo, dejando un ‘lockdown’ que se extendió por más de un año.
Fue a principios del mes de enero de 2020 cuando de forma oficial, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China dio el aviso al mundo del hallazgo registrado en diciembre, en Wuhan. Las estadísticas entonces apuntaban que de 27 casos iniciales, 7 presentaban una sintomatología severa. Rápidamente comenzó a esparcirse por el mundo y solo un mes más tarde, la lista de infectados casi arribaba a los 10 mil contagios.
Al hacerle seguimiento a los casos, se percataron que el punto común que los unía era el Mercado de Huanan, en Wuhan, China, donde se venden entre otros productos, una gran cantidad de animales vivos para el consumo, desde pescados a murciélagos. Cuando se conoció la noticia y como medida preventiva, el mercado cerró sus puertas. Pero ya el mundo entero conocería los estragos.
A menos de una semana del primer anuncio, se reportó la primera muerte por este virus del que no se conocía bien cómo funciona, e incluso actualmente continúa bajo estudio. Se conocen algunos síntomas comunes pero también se han reportado otros síntomas peculiares en cada paciente.
En torno a los síntomas comunes se considera la fiebre, complicaciones respiratorias, sensación de fatiga, pérdida de gusto y olfato y dolor de garganta. Otros casos más complejos han reportado diarrea, conjuntivitis y cambios en el color de sus dedos tanto de manos como pies. Cuando surgen complicaciones, se agregan otros síntomas como presión en el pecho y descenso estrepitoso de la saturación de oxígeno, lo que con lleva a la dificultad de respirar, moverse e incluso hablar.
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